Ayer sentí ese dolor de nuevo.
El dolor del amor, de la decepción, del fracaso y del olvido.
Ayer sentí como el mundo se venía abajo mientras perdía a mi mejor amigo. Mientras susurraba con palabras dulces que se tenía que ir.
Ayer perdí otro amor. Un amor valiente y cariñoso. Un amor que se defendía por si mismo de todos y crecía con el tiempo.
Ayer volví a sentirme sola y perdida. Caminando sin rumbo fijo y con una venda en los ojos.
Ayer, me volví a morir poquito. Volví a sentir una barrera rodeando el corazón y otra tratando de pegar los pedacitos que quedaron después de que sus palabras los separaron.
Ayer me volví a cuestionar tantas cosas de la vida. Volví a revivir momentos, palabras, sonrisas, besos y caricias.
Y la vida es así, te da y te quita. Me dio un gran amigo, un excelente amante, un novio cariñoso, un compañero de vida inigualable y un hombre con valores y principios.
Y al final, no me quedó nada.
Ni el amigo, ni el amante, ni el novio, ni el compañero, ni el hombre...
Me quedó la sombra de tu recuerdo y la brisa de tus besos.
Me quedaron tus caricias marcadas y tus palabras en mi cabeza.
Me quedo el recuerdo de tu amor ... de ese amor en el que siempre creí.
Y ahora solo queda lo que queda siempre.
Un recuerdo y una historia más que agregar al cajón de los fracasos.
Pero como dicen, después de todo... mañana es otro día.
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